Carta a un hijo. Creciendo junt@s

Querido hijo, hoy hace 13 años que llegaste al mundo, a mi vida llegaste ya unos meses antes. Una vida que ya no concibo sin ti, sin tu amor, sin tu sonrisa, sin tu generosidad, sin tu belleza de cuerpo y alma. En los momentos en los que no estoy bien cierro los ojos y tu sonrisa veo y siento y ya todo cambia. Tu sonrisa es mi refugio, el lugar maravilloso donde esconderme y acunarme y donde mi corazón se vuelve a cargar del impulso vital que tú infundes en mi. Y es que en estos años juntos me has enseñado muchas cosas, pero sobre todo eso… a vivir, a vivir mejor, más feliz, más consciente, con mayor poder, eligiendo lo mejor para mí, lo mejor para ti.

Mi pequeño profesor… Ya con tres años me miraste y sabiamente, con tus palabras, me dijiste «sé valiente mami, te necesito, pero te necesito feliz, alegre, con iniciativa, con ilusión, te necesito como tu eres» y desperté y ya no me paró nadie, no nos paró nadie. Adelante, siempre adelante, ese equipo de dos buscando el camino hacia una vida plena.

Tú me hiciste querer ser mejor madre, mejor persona, mejor profesional, mejor amiga, mejor hermana. Me enseñaste que nuestro vínculo hay que cuidarlo y mimarlo para que no se deteriore sino que crezca y eso no viene dado por nuestra sangre, ni exclusivamente por el amor, sino por el trabajo personal, la renuncia, el respeto. Un camino de crecimiento el de los dos que hoy contemplo como una película y me emociono. Estoy orgullosa de ti, hijo mío y de mi también.

Recuerdo cuando te tuve en brazos por primera vez, las primeras semanas te miraba y el terror me paralizaba. Me decía… «Cómo voy a cuidarlo, ¿sabré?. Y tu llegada despertó mi duelo y quería abrazarte y no podía. Te miraba en tu cuna y lo único que deseaba era el abrazo de mi madre ausente, que ella me dijera «hija, estás preparada, lo harás bien» y ese mensaje no llegó, pero el tuyo sí… y por fin pude confiar en mi y en nosotros y te cuidé, te amé y lo sigo haciendo. Lo mejor que sé y aprendo para cada día hacerlo mejor y darte lo que necesitas y sobre todo no olvidarme de mí. De lo más importante que he aprendido en nuestro camino ha sido eso. Yo tengo que estar bien, si yo estoy bien, tú estás bien.

Empieza una nueva fase y tu creces y te separas un poco, tienes necesidades que yo tengo que descubrir. Me reconstruyo en mi papel y a veces me asusto pero confío. Estoy contenta de ver tus pasos y ya no me digo ¿sabré hacerlo? Lo sé, sé que sabré, que tú me guiarás. Que si estoy atenta lo escucharé. Y será maravilloso, como siempre, a pesar de los conflictos y desencuentros que seguro que también estarán.

Querido Dani, gracias, gracias por enseñarme, por ponérmelo fácil y ser el hijo que yo merezco. Gracias por elegirme y día tras día confiar en mi y amarme. Eres luz, eres fuerza, eres belleza, eres generosidad, eres entrega, eres despiste, eres tranquilidad, eres pura alegría, eres inteligencia, eres amor, eres curiosidad, eres energía, eres…. eres todo lo que quieras y te propongas. Aquí me tienes

Con amor, tu madre

-Marta-

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